Aprende a llevar a tu gato al veterinario

28 de enero de 2015

¿Tienes problemas para llevar a tu gato al Veterinario? El siguiente artículo que nos trae la Coordinadora de los cursos online del Área de Veterinaria, Vera Vicinanza, explica algunos trucos para hacer menos traumático y más agradable ese momento.

Séptimo consejo: La pesadilla de ir al veterinario
Por muchos propietarios la sola idea de tener que llevar a su gato al veterinario es causa de estrés. Y no solo por ellos, si no también para el gato se transforma en un verdadero trauma. El resultado es que muchos gatos no son llevados al veterinario para los controles rutinarios y en muchas ocasiones este hecho hace que algunas enfermedades puedan pasar desapercibidas y que los gatos lleguen al veterinario cuando la enfermedad ya ha avanzado.

Con unos pequeños trucos podemos cambiar esta situación y hacer que nuestros gatos puedan disfrutar de una medicina preventiva sin estrés.

En primer lugar, como en muchas ocasiones, es importante empezar desde casa con una buena educación y socialización con el trasportín. Este “objeto misterioso” que solo sale cuando se va al veterinario debe transformarse en un “inseparable amigo” para el gato que aprenderá a verlo como un lugar seguro.
Podemos conseguirlo en cuatro pasos.

  • Utilizar el trasportín más adecuado: En comercio hay diferentes tipos, duros, con puerta extraíble, que pueden abrirse desde delante o en la parte superior, blandos, en forma de bolsa… Utilizaremos el tipo que más nos guste, a nosotros y a nuestro gato;
  • Uso del trasportín: Lo usaremos como un lugar seguro para el gato, en el cual podrá descansar, alejarse cuando quiere y en el cual se encontrará protegido de todos los estímulos que no le gustan;
  • Acostumbrar el gato al trasportín: Lo pondremos en un lugar tranquilo, a poder ser, un poco elevado del suelo, pero que no pueda caerse. En principio lo dejaremos abierto para que el gato pueda entrar y salir libremente. Si vemos que no lo hace podemos remover la tapa y empezar más poco a poco. Pondremos en ello una manta suave y atractiva, jugaremos con el gato cerca o dentro del trasportín, lo rociaremos con feromonas que tendrán un efecto tranquilizador, premiaremos con comida cuando entra espontáneamente y podemos completar nuestro “plan” poniendo dentro sus juguetes favoritos. Una vez que lo vemos más “a gusto” con su trasportín, podemos empezar progresivamente a cerrar la puerta y premiarlo si se queda tranquilo.
  • El último paso será llevarlo de paseo en coche: lo haremos muy despacio, empezando por llevar el trasportín al coche cubierto por una toalla o una manta. Lo fijaremos al asiento trasero con el cinturón de seguridad. Aumentaremos progresivamente el tiempo de permanencia del gato en el coche, introduciendo pequeños paseos progresivos y, cuando vemos que el gato está más cómodo, llegando finalmente al veterinario.

Fuente: ised.es